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La Creatividad al Servicio de la Enfermedad Física


Este texto es una invitación a una mirada sintética de nuestro funcionamiento, para desde allí promover siempre un nivel mayor de integración.


La enfermedad física nos habla de la creación que hemos hecho en la realidad de nuestro propio cuerpo[1].


Es frecuente que pensemos que la enfermedad es un enemigo que nos ataca y por lo tanto emprendemos una lucha contra ella.


Cuando vemos a la enfermedad como un enemigo estamos proyectando sobre esta una parte de nosotros mismos nuestra rabia y nuestros aspectos escindidos o disociados, para poder verlos afuera y así pensar que somos víctimas pasivas.


La invitación es a comprender que a lo largo de nuestra vida hemos ido alimentando esta somatización, hasta que se consolida en una enfermedad.


Revisar esta secuencia de información, nos hace responsables de nosotros mismos y nos empodera porque comienza a mostrarnos el camino hacia sanar, hacia enviar otra información diferente a nuestro propio cuerpo.


Es así como podemos comenzar preguntándonos: ¿con esta enfermedad que estoy resolviendo?, ¿a que me ayuda esta enfermedad?


Las ideas que surgen para dar respuesta a estas preguntas en la mayoría de los casos están en la parte más accesible de nuestro inconsciente y son una puerta por la que tendremos que entrar para navegar y amigarnos con lo que está ahí guardado , para entonces conectar con la herida, el dolor que desde niños hemos querido y no hemos podido resolver.


Cuando conectamos con esto, accedemos a un nuevo nivel aún más profundo en el que nos topamos con un Tema: soledad, rabia, abandono, tristeza, confusión, etc.


Este Tema a su vez es una puerta que nos conecta con un nivel más profundo dentro de nuestro inconsciente y al abrirse nos permite ver lo que hemos hecho desde niños intentando resolver.


Es muy posible que nos encontremos con una solución que se volvió parte de nuestra identidad a manera de: a mi me gusta...., yo siempre quiero..., yo soy......., yo hago......


Esta solución al Tema durante todos estos años, aparentemente nos dio tranquilidad, nos hizo sentir seguros, permitió que experimentáramos que las cosas están bajo control e incluso nos ayudó a no experimentar más algunos sentimientos desagradables como la tristeza, la rabia, el deseo de venganza, el dolor, la soledad, etc.


De tal manera que se convirtió en un patrón de afrontamiento que hemos practicado durante años, y que gracias a la enfermedad y a lo que estamos simbolizando a través de ella, nos lleva a preguntarnos si realmente estamos resolviendo nuestro dolor, o simplemente lo estamos ocultando.


Para sanar entonces se hace necesario aventurarnos a conectar con nuestro Tema sin resolver y con el patrón de afrontamiento que hemos construido, encarando con valentía mecanismos de afrontamiento que durante años nos han permitido evadir, negar, controlar, ver en otros el problema y así gracias a esto sobrevivir al dolor emocional.


Entonces, la enfermedad surge como un recurso simbólico de nuestro funcionamiento que encarna una gran paradoja (como cualquier síntoma):


Por una parte, habla del sufrimiento y del Tema que todo nuestro sistema necesita resolver, la enfermedad se convierte en una forma de actualizarlo en una búsqueda de la salud.


Esto quiere decir que si escuchamos atentamente lo que nuestra enfermedad nos dice, vamos a encontrarnos con este tema que pensábamos enterrado y sin importancia.


La enfermedad nos pone en frente de la necesidad imperiosa de resolver, pues de esto depende nuestra vida.


Por otra parte, la enfermedad es la respuesta sintética, simbólica de nuestro cuerpo a la fantasía omnipotente de: "esto queda resuelto así ……". Lo que aveces resulta doloroso ver, pues nos damos cuenta que todo nuestro sistema responde y nos permite crear y aveces nuestra creación es desagradable.


Es así como en la alquimia de esta creación, como en la de cualquier creación juega un papel fundamental nuestra energía sexual, nuestra energía de vida, ya que para materializar se requiere ponerla en juego.


Así la enfermedad habla de un camino que la energía de vida ve como posible para resolver el tema que habita en el fondo de nuestro inconsciente.


De esta manera todo nuestro sistema (cuerpo, sexualidad, acción, emoción, mente y espiritualidad) habla de nuestra gran capacidad de crear.


En este mecanismo no solo habitan contenidos de mi inconsciente personal, sino también secuencias de información del sistema familiar: nuclear, de origen y ancestral, al igual que paradigmas culturales que al identificarnos con ellos nos prestan un servicio inigualable para establecer una estrategia de afrontamiento que en el fondo esconde nuestra infelicidad alrededor de un tema en particular.


Es así como la enfermedad habla de mi herida, de la herida de mi madre, de la de mi padre, de la de mis abuelos y de la de todo mi sistema, de tal manera que pone en juego en la superficie de la consciencia de todos los miembros de la familia ese Tema con el que todos de una manera u otra han tenido que ver y que cada uno ha enfrentado de manera distinta.


También la enfermedad nos habla de las creencias y los valores que habitan el sistema familiar, pues los cristaliza en un complejo entramado.


Por supuesto las implicaciones alcanzan a ser transgeneracionales, observándose como de generación en generación se ha entregado a los miembros del sistema la necesidad de resolver el Tema en cuestión.


La enfermedad nos pone en frente de una forma disfuncional de resolver una vieja herida, que en nuestra niñez nos dijimos a nosotros mismos, a nuestros padres y a nuestros ancestros: “Yo ofrezco esta forma de resolver este Tema”.


Iniciamos así una laboriosa construcción, que fue vista en la comunicación de la red inconsciente de la familia como el más bello acto de amor que se ofrece al sistema.


Esto quiere decir que ese momento en el que se nos ocurrió resolver el problema en cuestión de la manera en que comenzamos a hacerlo, estábamos aceptando una invitación inconsciente de nuestros padres, de nuestros abuelos, de nuestros ancestros y de la construcción cultural a la que pertenecemos a hacer las cosas así.


Toda esta lealtad, todas estas redes de amor, toda esta secuencia de información solo habla del pedido a gritos de todo un sistema individual y familiar por resolver algo que esta siendo muy doloroso y muy problemático.


Esta gran cantidad de información es recibida por nuestro cuerpo y él la consolida en forma de enfermedad, que simbólicamente habla y nos permite contemplar el amor, la lealtad y el gozo (energía de vida, energía sexual), de nuestro sistema individual, familiar, ancestral y cultural en acción con el propósito de mover a la sanación y a la evolución[2].





[1] Con este texto presento la forma de ver la enfermedad física que he ido estructurando por medio de mi practica como terapeuta. Escribo este texto honrrando lo que diferentes consultantes a través de su enfermedad física y de su capacidad de transformarse sanando me han enseñado.



[2] Otro aspecto de la enfermedad que es fundamental es la experiencia cercana de la propia muerte, que es atravesada por el miedo a morir, de la que hablare en otro texto más adelante.


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